Un Shimon Peres mexicano
Por: Francisco Martín Moreno
www.franciscomartinmoreno.com
Israel es el país mas innovador del mundo. Se le conoce, nada más y nada menos, como el Silycon Valley de Oriente, pues cuenta con una de las tecnologías más avanzadas del planeta. Invierte cientos de millones de dólares en innovación y se ha convertido, en tan solo 30 años, en uno de los países más ricos del mundo al gozar de un ingreso per cápita de 52,000 dólares, ligeramente superior a Alemania con 51,000, Reino Unido 46,000 y Francia con 43,000, sin olvidar a México con sus 10,000. Después de Estados Unidos y de China, Israel es el país que tiene más empresas registradas en el NASDAQ, la segunda bolsa de valores más grande de la Unión Americana. Israel destina el 5% del PIB a investigación y desarrollo por encima de EEUU y de Corea del Sur. La mayoría de las empresas israelitas están orientadas a los grandes mercados mundiales.
En 1984, cuando Simón Pérez
llegó por primera vez al poder en su carácter de primer ministro, Israel era
una economía bananera orientada al socialismo. Se trataba de un gobierno
intervencionista similar a cualquier país latinoamericano. El desastre económico
era monumental, con una inflación del 400%, (parecida a la que hoy en día
padece Venezuela), es decir, se encontró con la mayor inestabilidad económica
de su historia, en el entendido que el PIB era de la mitad del Alemania y
Francia. De inmediato dio un giro de 180 grados, al concederle la autonomía al
banco central, cancelar la impresión irresponsable de dinero y privatizar
empresas públicas para convertir en superávit el terrible déficit público.
Los resultados no se hicieron
esperar, pues la inflación se desplomó al 2% y la economía creció al 5% en el
corto plazo. Invitaron a los mejores científicos y a las empresas más avanzadas
de occidente para impulsar planes gigantescos. La prosperidad y el verdadero
bienestar llegaron a Israel.
En 1991 innumerables proyectos
potenciales quebraban por falta de capital, por lo que el gobierno, con el
ánimo de crear un ambiente de confianza, fundó Yozma, un fondo de
capital de riesgo financiado con dinero público, sin corrupción y con
eficiencia, en busca de un liderazgo tecnológico e industrial de dimensiones
mundiales. Como el gobierno carecía de experiencia en semejante complejidad
financiera, trabó una alianza con los expertos internacionales para garantizarse
el éxito, de modo que, de cada dólar invertido en los fondos, Israel pondría 80
centavos y retendría el 40% de la propiedad. Una vez coronado el proyecto con
el éxito, los empresarios involucrados comprarían al gobierno de dicho 40% con
una tasa de interés pactada de antemano para facilitar las transacciones en el
contexto de una indudable certeza jurídica y transparencia en las operaciones.
Con el paso del tiempo el programa Yozma llegó a tener un 0% de impacto
en las finanzas públicas que se vieron fortalecidas con una avalancha de
divisas que detonaron la expansión económica y social del país.
Israel, un país desértico que
surte de productos agrícolas a Europa en razón de una avanzada tecnología
biotecnológica y, aunque parezca increíble, exporta agua a algunos de sus
vecinos que no constituyen una amenaza militar, genera 600 millones de metros
cúbicos al año, con los que surte a la población, a la industria, al comercio y
al campo. ¿Más? ¡Sí! El gobierno dedicó 30% de su presupuesto a la agricultura
y otro 30% a la educación y es la nación de los startups, empresas de nueva
creación que al emplear nuevas tecnologías tienen grandes posibilidades de
crecimiento acelerado de gran impacto social.
Ahora bien, ¿López Obrador
conocerá el significado de una nación de startups, y la trascendencia de
crear un fondo de capital de riesgo financiando con recursos públicos? Si
supiera la importancia de la ciencia y de la tecnología jamás hubiera ordenado
la destrucción del CONACYT ni del sistema educativo nacional ni habría abandonado
a su suerte a las PYMES durante la pandemia, con lo cual creó 5 millones más de
pobres. Mientras Israel destina 30% de su presupuesto a la agricultura, AMLO
desaparece la Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y
Pesquero.
¿Usted, amable lector, ¿podría
imaginar una conversación entre Shimon Peres y López Obrador, sobre todo cuando
éste último afirmó: “por el bien de todos, primero los pobres…?